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El último domingo de cuaresma, y comienzo de la llamada Semana Santa, se llamó popularmente desde el siglo IV "Domingo de Ramos". Se conmemora en su liturgia la entrada de Jesús en Jerusalén y los cánticos de la gente que salió a recibirle con ramos y alegría, como se hacía con grandes personajes.
El texto evangélico es uno de los más confluyentes en los cuatro evangelistas (Lc. 19. 35-40; Mt. 21. 1-11; Mc. 11. 1-11; Jn. 12. 12-19). Por lo tanto, según las reglas exegéticas, es de los más descriptivos e interesantes.
La celebración resaltó siempre el carácter mesiánico de Jesús y por eso mereció la exaltación popular de la humilde y aclamada entrada de Jesús en la ciudad santa antes de iniciar la semana última de su vida. La Iglesia, que prepara a sus miembros para la Semana Santa, resalta la aclamación popular a Jesús y la exaltación de su figura: "Bendito el que viene en nombre del Señor".
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